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miércoles, 20 de junio de 2018

Conflictos, ¿cómo se somatizan?


Los trastornos de somatización se diagnostican a aquellos pacientes que de forma crónica y persistente se quejan de varios síntomas físicos que no tienen un origen identificable. Desde el punto de la psicología la somatización es la expresión de conflictos psicológicos a través de manifestaciones de nuestro cuerpo, pueden ser traumas o problemas emocionales que afectan a la persona y a su estado de salud.


Aquí entra en juego el conflicto como una de las principales causas que afectan al estado emocional de la persona, y que por tanto, se presenta de manera importante a través de afecciones y sintomatologías físicas. Por ello, el conocimiento de las diferentes técnicas y herramientas de resolución de conflictos resultan de gran utilidad para cuidarnos. 

¿Cómo se somatizan los conflictos?


Al encontrarnos en una situación conflictiva nuestro cuerpo puede verse afectado de varias maneras:
  • Dolor en cualquier parte del cuerpo. Es habitual que se presente dolor de cabeza ante sentimientos de culpa.
  • Problemas gastrointestinales (vómitos o diarrea) sin causa física relacionada con algo que se ha comido.
  • Problemas respiratorios. El ritmo respiratorio está directamente relacionado con la sensación de angustia o asfixia. 
  • Afecciones al sistema inmunitario. Resfriados comunes o fiebre como consecuencia de pequeños estados depresivos o de estrés causados por el conflicto.
  • Síntomas sexuales, como falta de interés en el sexo, o disfunción eréctil.
  • Síntomas psiconeurológicos como desmayos, ceguera, parálisis, sin lesión orgánica
  • Puede aparecer hipertensión. Se genera una situación de tensión instintiva, y una propensión a la agresividad que genera una subida de tensión.
  • Problemas musculares. Este estado de tensión continuado se puede sentir como cierto cansancio.
  • Problemas cutáneos. Las situaciones conflictivas pueden producir irritación en al piel que se pueden traducir en urticaria.

Nuestro cuerpo tiene memoria afectiva y emocional, por lo que es normal que este tipo de situaciones afecten directamente a nuestro puntos débiles (cabeza, garganta, estómago, piel, etc.). Si entendemos nuestro organismo como un todo, podemos ver que el cuerpo se lamenta cuando la mente sufre. Lógicamente algunas personas presentan una mayor propensión a somatizar los problemas, especialmente aquellas personas que son emocionalmente inestables o con tendencias depresivas.

En por ello que un método de resolución de conflictos como la Mediación, puede ayudar a las partes a afrontar de forma más efectiva los conflictos, lo que repercutirá en una reducción abrumadora de los denominados costes emocionales que conllevan otros métodos como la vía judicial, y a su vez, favoreciendo el bienestar físico y psíquico de los implicados.






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