"Crear juzgados y jueces especializados, elaborar un Código de Familia y fomentar la mediación mejoraría enormemente la calidad de la respuesta que se está dando." (JOSÉ LUIS UTRERA, Juez de familia, Julio 2018)
Desde el punto de vista de la Psicología, se destaca que las dos vivencias más estresantes y dolorosas que puede experimentar una persona son por este orden la pérdida de un ser querido y el divorcio.
La primera es totalmente comprensible y, aunque suene doloroso, natural. La segunda es, en muchas ocasiones, una situación sobrevenida y traumática tanto para la pareja como para la familia en general. Se genera una tensión y un malestar que en muchos casos no ve salida, y cuando la cosa se encalla se le conoce como divorcios de plomo.
Divorciarse no es solo una cuestión de dos, se ven directamente involucrados terceros (familia, hijos, amigos...) y a su vez, tienen una evidente consecuencia que afecta a ámbitos tan diversos como:
- ESCOLAR. Un "mal divorcio" suele traducirse en menores con problemas en el ámbito escolar (bajo rendimiento escolar, conflictividad social, padecimientos psíquicos).
- LABORAL. En el ámbito laboral un "mal divorcio" se traduce en adultos estresados (bajas laborales, usuarios de servicios médicos y sociales).
- JUDICIAL. El gran volumen de divorcios que se acumulan a nivel de juzgados, han convertido al aparato judicial en una maquinaria sobreexplotada y desnaturalizada, donde el juez termina convertido en un 'tercer progenitor dirimente' ante la incapacidad de los padres para adoptar decisiones consensuadas respecto a sus hijos.
- SOCIAL. El hecho que un divorcio llegue a un punto muerto no parece preocupar a casi nadie, ya que sigue considerándose como algo privado, de adultos, y un terreno solo para juristas en general. Sin embargo, para afrontar correctamente este tipo de crisis familiar, serían necesarios jueces con una formación multidisciplinar acorde a la complejidad del conflicto familiar.
Por ello muchas son las voces que apuestan por trabajar en la creación de juzgados y profesionales especializados, en la elaboración de un Código de Familia(s), en la difusión y fomento de la mediación, y en el reconocimiento del importante papel que deberían desempeñar otros profesionales y recursos no jurídicos (PEF o Coordinación Parental), con un único objetivo: mejorar la calidad de la respuesta que se está dando ante un divorcio de plomo, para conseguir que estos tengan los menores costes posibles para sus protagonistas y para la sociedad, y a su vez, salvaguardar a los menores tras la separación de sus progenitores.
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