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martes, 23 de abril de 2013

Cuando opinar sobre la mediación es un desafio:ENTREVISTA AL MEDIADOR X


Entrevistador: Bueno, quedamos en charlar sobre la mediación, ¿ así es?
Mediador X: Si, así es, aunque parece un extenso  territorio para explorar

Bueno. ¿Por dónde comenzamos?
Mediador X: ¡Ja! Ud es quien me entrevista

Cierto, aunque parezca remanido preguntaría… ¿Que es la mediación?
Mediador X: Bueno… hay muchas definiciones que en síntesis dicen lo mismo. Yo elijo sentir a la mediación como un espacio emocional que posibilita la comunicación

Emocional o racional
Mediador X: Creo que es Ramos Mejía quien  muestra una metáfora de la comunicación representada por un trencito. La locomotora es la emoción y los vagones son  los pensamientos y las conductas que siguen a la locomotora

Una subordinación de lo racional y lo conductual a la emoción?
Mediador X: No lo pienso como una cuestión de subordinación ya que el sentir, pensar, decir y hacer es un proceso circular hacia adentro y hacia afuera de las personas, y en la interacción humana la comunicación gatilla diferencias entre los que se comunican, y para mí el impacto emocional  es  biológicamente  el que pone en acción las otras variables  y eso es muy claro al momento de mediar

¿Qué diría un abogado?
Mediador X :¿Qué tipo de abogado?

¡Me sorprende!... ¿hay una tipología?
Mediador X: Bueno los hay viejos y jóvenes;  positivistas y naturalistas; dogmáticos y eclécticos, … por decir algo

Bueno… ¿Que diría un positivista?
Mediador X: Bueno,  seguramente tendría una postura crítica desde un pensamiento científico, propondría quizás pensar las conductas desde el derecho. Lo racional sería el camino hacia la búsqueda de la verdad de su cliente. Desde esa óptica las emociones molestan

Y quien tiene razón?
Mediador X: Ambos

¿Cómo que ambos? ¿No son verdades diferentes?
Mediador X : Son distintos dominios explicativos, y cualquiera de ellos que quiera primar sobre el otro plantea un ejercicio de sometimiento.

Volviendo a lo racional o emocional en la mediación ¿A que debemos atenernos?. Si lo emocional es lo válido puede ser un mar de lágrimas. Si lo racional lo es puede ser un espacio muy frio y calculado
Mediador X: Vuelvo a reiterar,  ambos procesos son circulares y recursivos y así el uno y el otro se complementan. Se trata de un problema epistemológico

¿Podría elaborar una explicación sencilla?
Mediador X: Quizás si partimos del relato de las partes…

Bien, tomemos ese punto de partida
Mediador X: Bueno, generalmente el primer relato o narrativa de cada parte es un aporte cargado de reproches e  imputaciones que responsabilizan a la otra parte y exculpa a quien lo expresa. En la teoría de la mediación esta primera verbalización es posicional, es una atribución semántica particular de la parte en cuanto su punto de observación del conflicto,  muchas veces una explosión catártica pero siempre perceptiva  precaria y modificable. En esta línea de pensamiento ambos han construido una versión  a la que dan jerarquía de verdad, hasta que una reflexión diferente al repertorio de reflexiones que sustentan la posición modifica su marco conceptual y emocional y con ello produce la caducidad del primer relato. Se produce un cambio narrativo.

¿Cómo?
Mediador X:  Bueno. Estas partes han  pasado desde un sistema dialógico reiterativo de los mismos argumentos y adjudicaciones mutuas, a un sistema dialógico al que integran al mediador. Allí la empatía, el  encuadre de trabajo, la posibilidad es escucharse, la neutralización de las expresiones a través del parafraseo, la organización temática, la indagación de los intereses, el trabajo sobre la relación entre las partes  y en general el uso de las herramientas de la mediación cambian el contexto y la dinámica comunicacional, propiciando nuevas formas de narrar sentir y pensar los mismos hechos.
Como verá Ud. lo emocional y lo relacional forma parte de este proceso en la retroalimentación del sistema. La epistemología de la mediación se sustenta en el constructivismo. Cada parte es socia de la otra en la construcción del conflicto y  sumamente sabia en la vivencia de los hechos, Entonces  ambas partes pueden  protagonizar la desconstrucción de sus puntos de vistas antagónicos  y construir convergencias sustentada en intereses  y no en posturas rígidas.
O sea pueden poner sobre la mesa sus temores deseos, necesidades etc., para su mutuo tratamiento en la búsqueda de un acuerdo satisfactorio de ambas

Entonces… ¿Qué pasa si esto lo escucha un  abogado positivista?
Mediador X: Bueno, allí  aparece una epistemología cientificista, lineal y causal. El primer relato constituye el objeto a ser probado en un proceso de conocimiento y para ello debe ser cosificado. Con esto quiero decir que el abogado de una parte  lo presentara como “cosa demandada” y el abogado de la otra responderá en consecuencia, Trabada la litis  el proceso de conocimiento tendrá que probar la versión de A o la de B, sin interacciones blandas entre las partes, que a esta altura han perdido protagonismo y son una caratula y un número. Todo el tratamiento se desarrollara a través de un proceso ritual que tratará de dar un marco de objetividad científica al desarrollo probatorio. Los abogados sustituyen al protagonismo de las partes  e informan a sus clientes  en un lenguaje críptico  Finalmente el dictamen científico, luego de diferentes instancias judiciales se convertirá en “cosa juzgada” y generalmente una de las partes será ganadora y la otra perderá. Obviamente aquí la emoción es un elemento cualitativo entorpecedor del pensamiento científico que permite determinar quien posee la razón
En la mediación a  la "primera narrativa" le suceden nuevas interacciones que generan nuevas narrativas. En el proceso judicial la "primera narrativa" se cristaliza, es renarrada por el abogado bajo la forma de una "verdad formal", luego se convierte en "cosa" demandada en el planteo de la demanda o juzgada en la culminación del pleito

¿Esto deja en un mal lugar al proceso judicial y privilegia la mediación?
Mediador X: En modo alguno. La mediación- a mi criterio- no es un método alternativo a la justicia, sino que es un procedimiento autónomo, epistemológicamente diferente. Así hay cuestiones  que no son mediables o que por sus características requieren que un Juez funde en derecho la pretensión en forma científica, sustentado en la “sana crítica” a través de un proceso judicial de conocimiento que enmarca y garantiza la salutabilidad procesal de la controversia

Interesante... Se me viene otra pregunta ¿Cree en la neutralidad del mediador?
Mediador X: ¡No!

No es éticamente peligroso sostener eso?
Mediador X. No, creo que es epistemológicamente sustentable

¿Cómo?
Mediador X. Se lo cuento en nuestro próximo encuentro….

martes, 9 de abril de 2013

Las razones del BAJO COSTE económico de la mediación de conflictos


El pasado 24 de enero muchos portales digitales se hicieron eco del titular que saltó a la prensa durante el Congreso sobre mediación en el ámbito de los seguros que tuvo lugar en Barcelona. Para el Banco Mundial, tal y como se destacaba, la mediación es un 76% más barata que la justicia ordinaria. Según nos informaron, en dicho congreso se defendió, con gran acierto sea dicho de paso, que la mediación permitiría un ahorro sustancial en el coste y la duración de los litigios.

El titular es cierto, claro que sí. Cae por su propio peso que es más barato acudir a un solo mediador que activar un proceso judicial en el que intervienen (como mínimo) dos abogados, dos procuradores, un fiscal, un secretario judicial y un juez. En el proceso normal de mediación intervienen las partes y el mediador, basta (aunque en algunos casos pueden intervenir co-mediadores y/o terceros expertos). ¡Blanco y en botella! Sin embargo no perdamos pie de tierra. Ello me hizo recordar un encuentro con una novel mediadora que planteaba que estamos hablando de modelos de intervención completamente distintos, lo que implica lógicamente costos muy distintos.

En aquella conversación dicha colega mediadora, abogada en origen, me comentaba que eso de cargar las tintas con que el proceso judicial es más caro y que los abogados son caros no es del todo correcto. Me pareció que lo que decia tenía un alto grado de sentido común y luego de darle un par de vueltas en la cabeza creo sinceramente que tiene razón ya que la labor del mediador, la del abogado y del juez son distintas, con metodologías distintas, que implican a gente distinta aunque algunos temas puedan ser los mismos. Creo que es importante que reflexionemos y maticemos sobre el titular aportado por el Banco Mundial para que evitemos las falacias fáciles y equivoquemos el auténtico sentido de la mediación.

Hecha esa primera y sencilla reflexión, quisiera centrarme en lo que para mí justifica los bajos costes económicos de mediación de conflictos, que evidentemente repercutirán en la construcción de una sociedad más pacífica y dialogante. Será entonces cuando seremos capaces de mirar de frente a la mediación, la reconoceremos en su esencia y dejaremos de lado la vaguedad en el uso de su nombre para justificar cualquier tipo de intervención.

A mi entender hay dos elementos imprescindibles para alcanzar el bajo coste que se le atribuye a la mediación de conflictos:

- Cambio de paradigma: “La dinámica que puede explicar el fracaso o el éxito de una pareja es la misma para las empresas; y el paradigma ha cambiado: hasta ahora el mayor valor era el control, y ahora es la confianza.”  ¡Premio! Cambiado el paradigma de las relaciones, es necesario que cambiemos el paradigma de la resolución de los conflictos que surgen en dichas relaciones. Es la base de todo el proceso. El coste de la confianza en la posibilidad de alcanzar un acuerdo beneficioso para las partes es mucho menor que enfrentarse en la dura pelea legal en la que al final todos perdemos.

-  Es evidente que ese cambio de paradigma es necesario en cualquier estamento civil y mercantil que por sí mismo no llegará. Señores, el conflicto no es el enemigo a batir en la mediación. La misión del mediador no se reduce a facilitar la resolución de los conflictos de las partes que acuden al proceso de mediación, sino que ante todo sirve a la sociedad rescatando individualmente a cada persona en su conflicto. Cuando nos limitamos a enfrentar el conflicto, se gana o se pierde. Pero si se cambia el paradigma de intervención puedo garantizar que siempre se gana. Es hora de creer en la mediación, de dejar a un lado las palabras huecas, de evitar que sean otros con poca ética y vaguedades los que ocupen el espacio del mediador y bajar a la realidad lo que estamos viendo que comporta un enorme beneficio.

- Profundidad en la formación: Si nos atrevemos a cambiar el paradigma empecemos rechazando los mayores enemigos que podemos encontrar en ese camino, la indiferencia y la mediocridad. La mediación aporta una gran innovación, “pero la innovación y la estupidez están muy cerca, porque para innovar hay que pensar diferente y puede que te tomen por imbécil. Europa, por más que lo intenta, no es innovadora, le falta tolerancia al fracaso.

- Y sin confianza, la innovación no funciona, la jerarquía no consigue innovación” (Dolan).

Por lo que parece, el camino legislativo emprendido nos lleva por derroteros poco innovadores ya recorridos anteriormente. Abramos los ojos y no nos dejemos arrastrar al camino fácil, aquel que dice llegar pronto pero que lo único que hace es desviarnos y llevarnos a cualquier parte que no es mediación.

 Un buen ejercicio de la mediación exige una formación específica. A nuestros legisladores tenemos que hacerles ver la conveniencia de un sistema de formación exigente que sea abierto e innovador.



FUENTE: LAWYERPRESS. Por Alfonso Fabregat, Mediador.

martes, 2 de abril de 2013

La COMUNICACIÓN EFECTIVA: herramienta en desuso



En el siglo de la informática, la comunicación entre los seres humanos se torna cada vez más difícil una COMUNICACIÓN EFECTIVA. Nos referimos a la comunicación face to face, como dicen los ingleses. Deténgase el lector un momento para pensar las veces que creyó que evitaba un conflicto si no conversaba con la otra parte, si lo dejaba pasar para que las cosas se solucionaran solas. Esto que parece tan sencillo es una de las problemáticas más comunes que encontré en mediación en el último año.

Recientemente, una pareja compuesta por Juan, de 48 años, y Lucía, de 36 años, padres de dos hijos de once y siete años, llegaron a preguntarse en la audiencia de mediación mutuamente cómo habían sido capaces de decir tantas cosas horribles delante de sus hijos, por quienes los dos daban la vida si era necesario.

El conflicto, que tuvo su origen en una mala comunicación, fue evolucionando entre las partes y un buen día estalló en sus manos, con actitudes físicas y psíquicas violentas. Este proceso los llevó irremediablemente a concluir que la solución estaba en la separación y buscaron cada uno a su letrado para que los asesorara. En el momento que la causa pasó a mediación ya estaba judicializada, o sea que ya había “corrido mucha agua bajo el puente” y los niños ya recibieron, irremediablemente, el impacto de la decisión tomada por el adulto.

Técnicas. La pregunta es una herramienta que, usada como técnica en nuestro trabajo, nos permite llegar a las profundidades del conflicto. Lleva a las partes a pensar en todas aquellas cosas que no se dijeron a tiempo antes de que terceros (familia y profesionales) intervinieran.

Los mediadores, mientras escuchában conversar a Juan y a Lucía, se miraban y pensaron: ¿cuántas veces sucede lo que esta pareja pudo ver? Es habilidad y trabajo del mediador poder detectar cuando nos encontramos ante una pareja como la mencionada, para poder realizar a tiempo la derivación a terapia. Y asimismo diferenciar los conflictos de comunicación de los que no lo son; poder transformarnos en comunicadores enérgicos cuando las circunstancias lo exigen, lo que no significa agresividad.

Hablar con energía nos permite muchas veces defender uno de los principios básicos de la mediación: “El trabajo en el proceso es del mediador, la solución es de las partes”. Potenciar su habilidad para escuchar, en todos los órdenes de la vida, evitará y/o disminuirá conflictos; y ninguno es la excepción. ¿Cómo nos sentimos cuando una persona demuestra interés o entusiasmo en lo que estamos diciendo? Halagados, por supuesto; apreciados, seguros. La falta de atención genera comentarios fuera de lugar. La elección está en nuestras manos: escuchar o no escuchar. ¿Somos buenos en escuchar?

Premisas. Vayan como ejemplo algunas de las premisas a tener en cuenta:

1. Eliminar distracciones exteriores: ¿cuántas veces ponemos la cara y nos vamos? Eliminar distracciones es una de las características más difíciles de llevar a la práctica porque significa mejorar nuestra capacidad de atención, dejar de atendernos a nosotros mismos para pensar en el otro. ¿Cuántas veces escuchamos algo importante que el otro tiene para decirnos con el televisor encendido?

2. Animar a la otra parte a hablar primero.

3. Utilizar y observo el lenguaje corporal. El cuerpo habla antes que las palabras; recuerde qué mal se sintió cuando la persona a la que le estaba contando algo importante frunció el ceño, cruzó los brazos y disimuladamente miró su reloj.

4. Evitar interrupciones innecesarias.

5. Estar atento a las cosas que verdaderamente le interesan al otro.

6. Escuchar de modo reflexivo, con lo cual contribuyo a que la otra persona se sienta importante.

7. Ayudar a corregir en forma inmediata las malas interpretaciones.

Conclusiones. ¿Qué pasaría en nuestra familia, en nuestro lugar de trabajo, en nuestra vida diaria, si mejoramos la comunicación? Probablemente descubriríamos que muchos conflictos que nos agobian se diluyen, ya que podríamos comprender al otro al escuchar activamente, lo que no significa estar de acuerdo con él. El oyente no directivo acepta lo que se dice, se esfuerza por comprender, ayuda a despejar la mente del que habla a la vez que posibilita en el otro una liberación de emociones. Entonces se establece una mejor relación entre el que habla y el que escucha, ya que existe un reconocimiento recíproco. Cualquier persona, sin distinción de sexo ni edad, al ser escuchada se siente estimulada a dar mayor información. La base informativa permite coordinar mejor el proceso de mutuo entendimiento, algo que no se da cuando estamos inmersos en un conflicto, precisamente porque en el conflicto la comunicación es patológica y lo primero que se pierde es escuchar al otro.

Queremos recomendaros un libro acorde a este artículo: El arte de la conversación, de Dan Gabor, que nos hará entender la necesidad de tratar un tema como la comunicación, tantas veces vapuleado y maltratado y tan necesario para todos aquellos que creemos en la posibilidad de un mundo más pacífico.




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