Por Yolanda Muñoz
Con esta entrada
continuamos con la sección del blog: la Caja de herramientas del Mediador.
La comunicación (del latín communicatĭo, -ōnis) es la actividad consciente de intercambiar información entre dos o más participantes con el fin de transmitir o recibir significados a través de un sistema compartido de signos y normas semánticas.
La base de cualquier tipo de relación entre personas es la comunicación, ya sea de forma oral, corporal o escrita, es la mejor manera para conectar y poder establecer una relación con nuestro interlocutor.
No debemos confundir comunicarnos con expresar palabras, la cosa va mucho más allá, ya que en función de tipo de comunicación elegida, podemos afectar al mensaje que queremos expresar, e influir de una u otra manera en quien nos escucha.
Podemos comunicarnos de forma...
- Agresiva, empleando un tono de voz alto, sin pausas, con una expresión facial es seria, postura intimidatoria, gestos amenazadores... únicamente lograremos que nuestro interlocutor se sienta amenazado y nos preste poca atención.
- Pasiva, nuestro tono es bajo, el lenguaje poco claro, pausas largas, postura distante, sonrisa mínima, utilizar expresiones tipo supongo o quizás,... lo único que conseguiremos es que nuestro interlocutor denote nuestra falta de interés por el tema.
- Asertiva, con un tono agradable, claridad al expresarnos, gestos firmes y postura erguida. Es la más recomendable, no sólo en nuestro día a día, sino como profesionales den Mediación.
La comunicación en Mediación
En Mediación, poder comunicarnos con eficacia, es realmente importante, para poder discernir, entender y comprender realmente las necesidades de las partes implicadas, como mediadores debemos saber entender sus palabras, sus gestos y su lenguaje no verbal.
Resulta realmente importante que como profesionales en mediación no cometamos ciertos errores a la hora de proceder, y para ello no debemos olvidar aspectos atender a ciertos aspectos que guardan relación con:
- Adecuar el contenido al objetivo que nos proponemos. Ni excesivamente complejo que obligue a un esfuerzo excesivo de atención, ni tan elemental que haga sentirse a las personas infravaloradas en su capacidad de comprensión. Dentro del contenido también tenemos matices culturales que hay que tener en cuenta.
- Adaptar el lenguaje al nivel de comprensión de las personas que escuchan, a su nivel cultural, a su situación psicológica y fisiológica. En este aspecto, es importante el idioma utilizado, y la traducción del mismo.
- Nuestro tono de voz tiene que ser audible, animoso, entusiasta..., vocalizar bien, hablar despacio, variar el ritmo y el tono para incidir en los aspectos más importantes del mensaje.
- Saber elegir el momento y el lugar oportuno para la comunicación. Respetar el tiempo de las personas, su intimidad, su situación.
- La comunicación no verbal, en este aspecto es importante las respuestas kinésicas del cuerpo, la distancia que mantienen las partes entre sí o con el mediador y el uso de los silencios.
Tener en cuenta todas estas disposiciones, nos hará elegir una u otra estrategia de comunicación (escucha activa, semáforos, rotafolio, feedback...)
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